Normalmente se acusa a la prensa de tendenciosa. Nada más cerca de la realidad: todo el mundo quiere arrimar el ascua a su sardina, desde el medio más poderoso al más humilde, desde el poderoso medio de comunicación (por ejemplo PRISA, REcoletos, Planeta, el grupo Murdoch) al más humilde (por ejemplo periódicos locales, digitales, la hoja parroquial o un blog, incluído este) Generalmente nadie cuenta nada por el placer de contarlo (bueno, yo si, porque no creo que me lea nadie) y cuando hay dinero por enmedio, menos.
Esto no es nada nuevo en la prensa. En el Antiguo Egipto Ramsés contaba a su estilo sus batallas (como Kadesh) en los medios de comunicación de entonces: las paredes de los templos. Ramsés también llevaba consigo un escriba para dejar constancia de todo. Podría ser el primer periodista y, por supuesto, no era demasiado imparcial. Dándo un salto en el tiempo, Augusto encarga a Virgilio la Eneida, epopeya sobre el héroe de la Guerra de Troya Eneas, que llega a Roma. Descendientes suyos son, entre otros, Rómulo y Remo, Julio César y ¡oh sorpresa! el propio Augusto, sobrino-nieto de César. Los historiadores de la época (por ejemplo Suetonio y la vida de los Césares) cuenta la historia de estos bastante influenciado por las simpatías que tuviera por cada uno. Dándo otro salto, Joseph Pulitzer (el de los premios) se hincha a vender periódicos demostrando claramente cómo los españoles hunden el Maine en La Habana. Curiosamente, sus premios son ahora sinónimo de excelencia periodística. Es como si se sacara el premio Adolf Hitler a la concordia de los pueblos o el premio Stalin a la libre iniciativa empresarial.
Como podemos ver, la tendencia en la prensa y literatura no es nada nuevo y, salvo breves periodos de tiempo en que los medios tienden ligeramente a la imparcialidad, lo normal es lo contario: la influencia de presiones políticas, económicas, raciales o simplemente, prejuicios deforman la visión de la realidad que reflejan. Incluso se pueden hacer obras de arte a pesar de todo. Películas como el Acorazado Potemkin, Casablanca son obras de arte de séptimo arte. La misma Eneida, antes mencionada, también lo es.
Hay otro aspecto de la prensa que también falla: el contraste de la información. Y esto les pasa desde los más poderosos a los más humildes. Parece que se si alguien tarda media hora en dar una información ya no sirve y así nos van: dan informaciones sin contrastar, erróneas, contradictorias y a veces, les toman sencillamente el pelo (sólo hay que pensar en las bromas del Follonero)
Todo esto es para comentar una cosa: teniendo en cuenta que todos lo medios manipulan en mayor o menor media (ya lo tengo asumido) hay medios que directamente te toman por tonto, a tenor de las informaciones que publican (y aquí cada cual que elija el medio que prefiera) Eso si, los seguidores de los medios más radicales son los que consideran al resto sectarios.
Como punto y final, voy a dejar una serie de máximas de un señor que creo que no era muy buena persona, pero en su trabajo lo bordaba. Son las máximas de la propaganda de Josep Goebbels:
Más o menos todos los siguen en alguna medida, aunque hay medios que las clavan, especialmente el punto 5.
- Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo.
- Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
- Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
- Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
- Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.
- Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
- Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
- Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
- Principio de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
- Principio de la transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
- Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.
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