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miércoles, 7 de septiembre de 2016

Proyectiles (Evolución)

Bueno, parece que me apetece de nuevo escribir algo, pero no os asustéis que enseguida se me pasan. Dos artículos al mes es una exageración para mí.

¿Otro rollo patatero de los tuyos? Fuente: Miau, digo propia.

Hace tiempo llevo dándole vueltas al tema de cómo han ido evolucionando los proyectiles que nos lanzamos los humanos en los conflictos a lo largo de la historia y parte de la prehistoria. Dado que no me voy a poner a relatar desde los cantos rodaos a los misiles ICBM, me voy a centrar en las armas ligeras, las que suelen llevar la gente por si solo, así que nos olvidamos de trabuquetes, morteros, cañones, ballistas, catapultas y otra serie de ingenios ideados con la sana costumbre de apiolar al personal.

Enrique V sentando el precedente de como tratar
a la nobleza ghabacha que luego copió Robespierre.
Aunque tradicionalmente las batallas campales se solían resolver por el sutil medio de hundir la crisma o sacarle las tripas al contrario por sutiles métodos como blandir garrotes, lanzas, espadas, mazas y otros sistemas similares por lo general, de naturaleza cortante y/o contundente ya desde muy antiguo se observó la gran ventaja de que si apiolas al contrario a distancia la probabilidad de que haga una operación de apendicitis en vivo con una incisión que va desde el cuello a las ingles se reduce bastante con lo que las armas arrojadizas han acompañado a las unidades de infantería pesada de toda la vida. Hondas, arcos, dardos, venablos, ballestas y todo tipo de dispositivos han estado acompañando al soldado de cada época y en ciertas ocasiones, con una eficacia más que considerable como los honderos baleares, los arqueros ingleses o los arqueros a caballo partos. El problema era entrenar a suficiente gente para que sean eficaces no era una empresa sencilla. Por ejemplos los arqueros ingleses se entrenaban toda su vida ya que era obligatorio por ley. El resto de diversiones y deportes estaban prohibidos. Esto demostró su eficacia ante los caballeros franceses en varias ocasiones o a los castellanos en Aljubarrota (por cierto, aquí también había caballería francesa y arqueros ingleses) pero como hemos dicho, el disponer de tales tropas no era fácil y si la cosa se ponía fea, se te podían volver en tu contra con facilidad por lo cual el modelo inglés no era bien visto en el resto de Europa.

Pues a lo que iba, que me enrollo como una persiana, al parecer ya desde el s.XIII ya se venían utilizando, con  casi igual riesgo para el enemigo como el amigo diversas armas de fuego cuya calidad de construcción hacía que para dispararla habría que ser muy optimista. Pero muy, muy optimista o tener a alguien que le pegara fuego al arma mientras estabas a la distancia adecuada, claro. Estos chismes eran enormes lo que hacía que solo se pudieran utilizar en labores de asedio, pero poco a poco la cosa fue evolucionan, mejorando, reduciéndose de tamaño hasta que llegó el momento en que lo podía llevar un soldado sólo (bueno, apenas se ha notado la introducción, ahora vamos a lo que vamos)

Obviando engendros como los cañones de mano que eran básicamente un palo a la que estaba sujeto el arma y que se disparaba arrimando una mecha a mano al oído (por donde se hace llegar el fuego a la carga de proyección) ya a partir del s.XV se empiezan a multiplicar estas armas y cuando llegan a ser un número suficiente. El Gran Capitán ya hizo buen uso de estas armas y en las afueras de Milán demostraron su eficacia al enviar al otro barrio a algunos miles de suizos, a cambio de la vida de un soldado imperial (de los de Palpatine no, de los de Carlos V)
Soldados imperiales esperando a los suizos en Bicoca.

Aparte de la caballería que aunque molaba mucho tenía muchas limitaciones y de la artillería que era cara, poco ágil, complicada de suministrar (Carlos V lo intentó, pero no consiguió unificar calibres) la reina de la batalla era la infantería. Ya las corazas iban desapareciendo poco a poco, quedaban poco más que cascos y petos y los infantes iban armados principalmente con picas, en una versión moderna de la falange aunque con menos limitaciones. Un cuadro de piqueros plantados a pie firme y sus armas erizadas en varias filas de profundidad podía acojonar a cualquier escuadrón de caballería que prefería acercarse, disparar sus armas y volverse por donde había venido. A esta maniobra se la conoce como caracola que podía acojonar bastante, pero ante tropas entrenadas tenía poca eficacia. Ver avanzar hacia tus posiciones un muro de picas también imponía bastante y las tropas contrarias solían salir en desbandada ante semejante espectáculo para regocijo de la caballería que se ponía las botas ante el enemigo disperso y en huída aunque a veces el otro cuadro de picas aguantaban y llegaban al choque de picas que no debía de ser el espéctaculo más agradeable del mundo salvo que sean amarte del cine gore o de la imaginería de Semana Santa.

Pues ya el Gran Capitán vio que si a esos cuadros de piqueros le añadías algo así como una tercera parte de soldados armados de armas de fuego y/o ballestas al capacidad defensiva y ofensiva del mismo aumentaba exponencialmente. En concreto, formaba un cuadro central de picas y en sus cuatro esquinas,. grupos de arcabuceros y mosqueteros. Mientras el enemigo estuviera a distancia de tiro estos grupos se encargaban de hostigarlos, en caso de la cosa se pusiera fea, los arcabuceros se metían dentro del cuadro de picas desde donde podían seguir disparando o combatiendo con armas blancas.
Tercio en batalla. Los piqueros en el centro y los arcabuceros rodeándolo, junto con las
cuatro mangas (los de las esquinas). Fuente: Schlacht Noerdlingen. Mattaeus Merian

Lo que quería contar inicialmente (tras este breve preámbulo) era que por esta época había dos clases de armas de fuego para infantería: en mosquete pesado y el arcabuz que aunque también pesaba un huevo, se le consideraba ligero (en comparación con el otro) El mosquete era un arma muy grande y pesada (los mosqueteros de Alejandro Dumas deben su nombre a éste arma y no a la espada ropera con que alegremente se dedicaban a apiolar a la flor y nata de la sociedad gabacha) y que llegaba disparar pelotas de plomo de hasta dos onzas. Dado que la onza es la decimosexta parte de la libra y esta son 460 gramos, estos chismes te lanzaban cachos de plomo de unos 56 gramos cosa que debía de hacer pupa cosa mala. También había versiones de onza y tres cuartos, onza y media y una onza. Un chisme tan gordo precisaba de una horquilla para apoyarlo a la hora de disparar y podía precisa hasta de un par de minutos para cargarlo de nuevo. Se solían llevar 12 cargas preparadas. La eficacia tras los primeros disparos debía ser escasa por la humareda que se levantaba (pólvora negra) y la probabilidad de atascarse al cabo de pocos disparos bastante alta.
Esta humareda la han montado cinco. Ahora imaginemos varios cientos
disparando a la vez la que se podía montar. Fuente: propia.
El arcabuz era una versión reducida de éstos chisme, con menor peso y pegada (una onza de plomo o menos)  y no precisaba de horquilla. A Cervantes le metieron tres de estos en Lepanto y sobrevivió, así que debería ser menos eficaz, o el más fuerte, o tener mucha suerte o todo junto. La cadencia de fuego era superior a la del mosquete. En vez de un tiro cada dos minutos sería uno por minuto aunque claro, con una formación cerrada de mosqueteros y arcabuceros que iba rotando cada fila tras disparar mientras cargaba y que igual te soltaba una descarga de 16 armas cada pocos segundos mientras avanzaba debía impresionar por no decir acojonar. Todo esto disparaba balas redondas de plomo, cosa que no variaría hasta bien entrado el s.XIX.

Bala Minié. fuente: Wikipedia
Esta configuración fue la que dominó el campo de batalla hasta aparición del mosquete (otro distinto del anterior) con llave chispa y el cartucho de papel, ya previamente preparado para su uso. La cadencia de fuego se elevó hasta unos 3-4 disparos por minuto y ya desaparecen las picas pero han tenido que pasar 200 años, cosa que se dice pronto. El calibre se reduce a menos de una onza (17 o 18 bolas por libra de plomo) y el alcance aumento poquito. Con muchas suerte le das a una formación de soldados a 200 metros pero lo normal es que no sea preciso por encima de los 100 metros (preciso, lo que se dice preciso, no es lo que hoy entendemos como preciso. Por no tener, no tenía no miras) Una variante es el rifle, de ánima rayada mucho más preciso y más complicado de cargar. En USA se desarrolló el rifle de Kentucky que si es preciso a 300 metros, con un calibre más reducido (.50 o menor) Todo esto disparando bolas de plomo, pero la cosa iba a cambiar. A un francés con apellido de novia de ratón de la Disney se le ocurrió diseñar un proyectil de plomo blando, con forma ya de bala "modelna" con una estrías a los lados rellenas de grasa y con una parte trasera cóncava. Al expandirse los gases presionan esta parte trasera cóncava contra las paredes del cañón lo que aprovechaba más la fuerza de los mismos y hacía la bala saliera mucho más rápido y dado que no había que hacer cosas raras para cargar como los rifles anteriores, la cadencia de fuego era la misma con una alcance y precisión nunca visto hasta entonces. Apareció la bala Minié. Ya lo de tener formaciones de infantería soltándose descargas a 100 metros empezaba a ser peligroso de verdad. Ahora podías apuntar a un blanco a 200 metros ... y darle con relativa facilidad. Ahora tocaba agacharse y apuntar con más cuidado. Andamos por la mitad del s.XIX, por la Guerra de Crimea y la Guerra Civil Americana. Otra ventaja es que la bala se lleva parte de la suciedad del cañón lo que permite disparar más veces, las bolas de plomo de las armas previas estaban diseñadas para que hubiera cierta holgura entre el proyectil y el cañón, lo que se conocía como "viento" y estaba pensado para facilitar la carga del arma. Esto provocaba que la bola saliera "rebotando" contra las paredes del cañón con una trayectoria no especialmente precisa, cosa que si permite este tipo de bala.

Ya en la Guerra Civil Americana se les ocurrió meter dentro de un recipiente de latón el fulminante, el propelente y el proyectil. Si no me equivoco el primer arma reglamentaria para ese tipo de artucho fue el Spencer, no el Winchester como se piensa. De hecho, creo que el Winchester nunca fue reglamentario al menos en USA. A pesar de la mejora, se seguían usando balas muy pesadas, de calibre .45 o superior (11 mm) y casi una onza de peso. Otro tipo de armas como los fusiles Remington de un solo tiro usaban este tipo de munición.

Ya con la llegada de las armas de cerrojo la cosa cambia. Los alcances se disparan (literalmente) hasta el orden de los 1.000 metros (lo cierto es que nadie podía darle a nada a esa distancia, los francotiradores solían disparar a mucha menos distancia, entre 400 y 600 metros) se mejoran los cartuchos y con los fusiles Mauser pasamos de tener calibres de media pulgasa (.50" ó 12,7 mm y similares) a los 7,62, 7 e incluso menores como el 6,5 Arisaka. Los proyectiles pasan a ser mucho más ligeros, de los 28-30 gramos pasamos a los 9-11 gramos, matando lo mismo o más (la fórmula de la energía cinética es la mitad de la masa por velocidad al cuadrado ... y la velocidad del proyectil es mucho mayor)

Tras la SGM se vió que para las tropas normales una distancia de tiro de 400 metros era más que se sobra y se redujeron los cartuchos. USA introdujo el .223 para el M-16 cuyo proyectil pesa menos de 5 gramos. Con el tiempo la URSS desarrolló el 5,45 con un peso similar y a tenor de lo que pasa en el mundo, matan con la misma eficacia que sus hermanos de 50 gramos de hace 500 años, si no con más.

Obviamente existen miles de calibres y municiones (por ejemplo he obviado la munición de subfusiles y pistolas) y cientos de excepciones. Por ejemplo he dicho que los francotiradores disparaban a 400-600 metros y seguro que a todo el mundo le viene en mente tiradores que han hecho blanco a dos o más kms. Vale ,es cierto, pero son todos recientes y con equipos muy sofisticados, no tiradores la de IGM o de la SGM. Pero no era la idea de esta entrada. La idea original era mostrar cómo habían evolucionado los proyectiles de infantería desde las pelotas de plomo de dos onzas a los modernos proyectiles de 5 gramos.

Lo cierto es que no me esperaba que me saliera tanto rollo.

¿Ya has acabado? Me había quedado como ... traspuesta.





viernes, 9 de agosto de 2013

Disparando un cañón de las guerras napoleónicas (II)

En la entrada previa habíamos visto cómo se hacía el primer disparo de un cañón y dado que continúo con el rollo seguro que algún sagaz lector se habrá dado cuenta de que hay ciertas cosillas que hacer antes de volver a disparar de nuevo. A diferencia de en las películas, lo de pegar cañonazos es una cosa muy seria y por lo general, el artillero quiere sobrevivir al disparo. Antes de contar lo que hay que hacer vamos a echar un ojo al siguiente dibujo:
Diversos instrumentos de artillería.
Lo primero que vemos, con el numero 5 es un palo largo con dos cabezas. La parte de la izquierda es el atacador o rammer en inglés. Sirve para llevar los diversos elementos del disparo hasta el final de la recámara. Los atacadores se siguen utilizando en cañones modernos de retrocarga cuando por ejemplo, la carga de proyección y el proyectil no van unidos. Aunque los hay manuales suelen ser hidraúlicos. La parte de la derecha es la que nos interesa ahora. En inglés se llama la esponja aunque solía ser de lana de cordero o otros materiales similares. Quizás por eso en español se llama lanada Su utilidad, la veremos luego. El número 6 es otra lanada.
Debajo vemos con el número 7 otro artilugio con dos utilidades, aunque al igual que el anterior, podían ser dos. La parte izquierda se utiliza para medir la dosis de pólvora en caso de disponer de cartuchos preparados. Se metía hasta el fondo de la recámara, se le daba la vuelta y se vertía la carga. El lado derecho, aunque lo parezca, no se usaba para descorchar las botellas de sidra antes de la batalla. En inglés se llama worm (gusano) pero en castellano debe ser algo como sacabalas. Aparte del uso que comentaré más adelante también se usaba para descargar el arma si ya no se iba a disparar (con dos cojones)
En el número 8 se ven dos ejemplares de botafuego o lo que es lo mismo, un palo con una mecha lenta que se usa para darle candela a la pólvora. Para finalizar, vemos los punzones utilizados para perforar los cartuchos de pólvora (cuando se usan) a través del oído del arma.

Bueno, como decíamos antes, hemos dejado un cañón recién disparado y nos preparamos a largarle al prójimo que tenemos enfrente con una bayoneta dispuesta a guardarla en nuestras tripas una nueva descarga para sugerirle que igual atacar directamente una batería de artillería no es la mejor idea ¿cual es el siguiente paso? Previamente habíamos visto que lo primero que hacíamos era introducir una carga de proyección, pero claro, la pólvora negra tiene algunas propiedades curiosas como que su velocidad de deflagración no es muy alta. Eso permite cargar el cañón sin peligro de que reviente pero dentro del ánima pueden quedar pavesas ardiendo que podrían prender la nueva carga enviando al atacador junto con el artillero que lo maneja a tierra de nadie. Para evitar esto, con la lanada se debe limpiar muy bien el ánima, dejándola libre de pavesas y otras porquerías ardientes.

Voy a hacer aquí un inciso para comentar una cosa sobre el material de los cañones. Lo normal era que se hicieran de dos materiales: hierro o bronce. El hierro era más barato y se utilizaba sobre todo y curiosamente, en las piezas navales, mucho más pesadas. El bronce era más caro pero a cambio era más ligero y flexible. La utilidad de la ligereza se ve claramente al tener que mover las piezas por tierra pero la flexibilidad era una ventaja a la hora de disparar muchas veces sin que el arma se recalentara y explotara (la vida útil de un cañón eran unos 2-3.000 disparos) Los cañones navales españoles tenía una ventaja: avisaban mediante grietas antes de reventar. Pues dado que los cañones calentaban, de vez en cuando, hacia falta enfriarlos y el sistema era mojando la esponja y refrescando el ánima cada cierto número de disparos (depende del clima, la cadencia, ....) Para ello en la dotación de la pieza se incluían varios cubos.

Una vez limpia el ánima, se introducía el sacabalas y se extraía la parte inferior del saco que contenía la carga de proyección dado que no se había consumido y el arma ya está dispuesta para comenzar de nuevo la tarea de carga. Por supuesto, dado que no existe ningún mecanismo que amortigüe el retroceso del arma es preciso volver a poner el arma en posición y apuntar de nuevo. Todas estas tareas llevan su tiempo, con lo que el tiempo necesario entre dos disparos puede variar, según el calibre y el estado de los artilleros de uno a tres minutos fácilmente. Supongo que el cargar los cañones navales, mucho más grandes y pesados y en posiciones más angostas debía ser incluso más complicado, aunque seguramente las tripulaciones tuvieran un entrenamiento más exhaustivo por las cuenta que les tenía (vale, menos los españoles en Trafalgar con artilleros recién reclutados) Al parecer en un día "animado" un cañón podía disparar hasta 200 veces en un día lo que sale a unos 20 disparos la hora o lo que es lo mismo, uno cada tres minutos.

En otra entrada mencionaba la carga de la Brigada Ligera en Balaclava. La última andanada de los rusos se produjo sin limpiar los cañones, una situación muy peligrosa pero en este caso, se consideraba menos peligroso no limpiar el cañón que encontrarse con 600 animales a la carrera montados en otros tantos caballos con intenciones harto aviesas aunque equivocadas (el objetivo de la carga no debían ser los cañones de final del valle, si no los cañones turcos que habían capturado los rusos y se estaban llevando como trofeo en la derecha del valle)

jueves, 8 de agosto de 2013

Disparando un cañón de las guerras napoleónicas (I)

En el apartado anterior había hablado un poco de lo complicado que era mover un ejército en épocas pasadas, en especial la artillería. No es que hoy sea fácil sino todo lo contrario, pero por lo menos, hay máquinas y vehículos para ayudar, en lugar hacerlo casi todo por medio de la fuerza bruta (humana o animal) Lo cierto es que la mecanización no es tan reciente como pensamos. Ya en la Segunda Guerra Mundial se utilizaron cientos de miles de caballos para el transporte de tropas y materiales. Tan sólo los USA estaban completamente mecanizados aunque no movieron tanto gente como por ejemplo, alemanes o soviéticos.

En el apartado de hoy voy a intentar contar un poco lo que era el trabajo del artillero. Por algún motivo se necesitaba que los artilleros fueran personas fuertes. Los que voy a contar aplica principalmente a la artillería terrestre, pero es similar en la naval. Una excelente referencia de cómo funciona la artillería naval se puede encontrar en los libros de Patrick O'Brien.
Pieza naval capturada a un navío de la Pérfida Albión. Fuente: propia.


Pues el trabajo de los artilleros comienza transportando los cañones. Ya vimos que no era un trabajo trivial ya que un cañón podía llevar media docena de caballos y una docena de personas. Una vez decidido el emplazamiento de los mismo, se procede a desenganchar tanto el cañón como las municiones. Si hay suerte, el cañón se puede poner en posición, sino, hay que preparar la posición para el cañón y dado que la excavadora y el bulldozer no se habían inventado no quedaba más remedio que utilizar pico y pala. Si tenías suerte y elegías el lugar dónde combatir, te daba tiempo a proteger tu posición con trincheras, parapetos y otras construcciones de carácter defensivo. Si no te daba tiempo, pues nada, a pecho descubierto o como se pueda.

Una vez emplazados los cañones, se retira el carro con las municiones unos 20 pasos. Los cañones se separan unos metros unos de otros, para evitar que el fuego enemigo afecte a más de una pieza a la vez. Y a la espera de que empiece la batalla.

La munición a emplear puede ser de diversos tipos, aunque en el ejército,a  diferencia de la marina que tiene proyectiles más especializados, dispone de tres tipos de munición principalmente (no voy a meter los howitzer y morteros, me voy a quedar sólo con los cañones)
  • Bola de hierro. Es el proyectil que suele salir en las películas. Una bola de hierro capaz de llevarse por delante hombres, caballos, fortificaciones, etc. Disparado en diagonal contra una formación de infantería a la distancia correcta puede llevarse por delante a bastante gente. Es el proyectil con más alcance y más preciso (es útil hasta algo más de 1.000 metros, aunque en realidad puede llegar bastante más lejos)
  • Latas (o bolsas) de metralla (Cannister Shot). Pues se trata de eso, unos recipientes repletos de proyectiles de mosquete o similares que se expanden al salir del cañón con un efecto similar a los perdigones de una escopeta. Terroríficos contra la infantería, pero con un alcance aproximadamente la mitad que el anterior.
  • Racimos de proyectiles (grape-shot) similar al anterior, pero de mayor calibre y con un poco más de alcance. Se montaban en una estructura que recordaba un racimo de uvas.
También existen granadas para asedio, pero en esta caso, me centro en la artillería de campaña. La idea era utilizar los cañones con uso equivalente al que hoy en día tendrían las ametralladoras: barrer el campo de batalla para evitar el avance de la infantería o caballería. No conviene olvidar que por aquel entonces la infantería avanzaba en masas compactas intentando llegar al enfrentamiento a la bayoneta. Como el alcance útil de un mosquete eran menos de 100 metros, con lo que la artillería les batía desde al menos 10 veces esa distancia. Por fortuna para los infantes, la cadencia de fuego de la artillería y su precisión dejaban bastante que desear pero una serie de cañones bien colocados podía hacer mucho daño y frenar el avance de las tropas. Esta forma de combatir se mantuvo hasta la llegada de la ametralladora en la Primera Guerra Mundial, pese a la mejora de los fusiles que podían alcanzar fácilmente un blanco a más de 500 metros. Un campo de batalla cubierto por unas pocas ametralladoras con suficiente munición era un infierno.

Volviendo a las Guerras Napoleónicas, pues no encontramos a una formación de infantería avanzando todos elegantes, perfectamente alineados, con esos uniformes de "camuflaje" de color azul o rojo hacia nuestra batería. El jefe de la batería ordena cargar con balas de hierro dado que es lo más eficaz a distancia. Los artilleros corren hacia las municiones y traen la carga y el proyectil, dependiendo de lo que haya disponible, la cosa puede variar:
  • La carga de proyección: es un saquito de pólvora negra previamente pesado para asegurarse de que todos los tiros vayan al mismo sitio.
  • El taco: para interponerse entre la pólvora y el proyectil.
  • El proyectil. En este caso, una bola de hierro de un calibre inferior al del ánima.
Si la cosa va bien, la carga, el proyectil y el taco vienen sujetos por unas abrazaderas de latón lo que facilita la carga del proyectil y la velocidad de disparo, si la cosa no va tan bien, vienen por separado, y si la cosa está fatal, hay que medir la pólvora con una especie de cucharón y se vierte al final del cañón. El proceso es siempre el mismo, se introduce el componente por la boca y se ataca (empuja) hasta el final con el atacador (rammer) que es similar a una baqueta talla XXXL. Si el disparo está previamente preparado, la operación se hace una vez, si vienen suelto, se mete la carga de proyección y se empuja hasta el final, luego la estopa y se vuelve a atacar, luego el proyectil y por último, un nuevo taco. Ni que decir tiene que la cadencia de fuego con los disparos preparados previamente es mayor que si lo hacemos por partes. Tras ello, se introduce un punzón por el oído del arma para perforar la carga de proyección y se rellena de pólvora más fina que será la encargada de cebar la carga principal. Esta última carga era muy sensible a la lluvia o al viento. Por ejemplo, en los libros de Patrick O'Brien se describe que el artillero debe taparlo con la mano para evitar que se vuele.

En la imagen inferior, proveniente de la wikipedia aparecen numerados los siguientes componentes de un disparo:
  1. Cebo de la carga
  2. Carga de proyección
  3. Estopa (haciendo labor de taco)
  4. Proyectil (una bola de hierro en este caso)
  5. Estopa (sellando el proyectil para evitar que se pierdan los gases)
Corte un cañón cargado. Fuente: wikipedia
Una vez cargado el arma toca apuntar. Como siempre las armas se apuntan en una dirección determinada (azimut) y para cierto alcance (elevación) El alcance depende de la inclinación del cañón, a más inclinación hasta cierto ángulo, pues mayo alcance. Eso se hace variando la inclinación del tubo, bien por medio de una cuña o como por ejemplo, en la foto inferior, por medio de un tornillo. Por medio de una escuadra y una plomada era posible estimar el alcance. La dirección de tiro era más sencilla de ajustar: a base de músculo y de una serie de palancas se movía la pieza a izquierda y derecha.
Tornillo de reglaje del alcance. Fuente: propia
Una vez todo listo, solo quedaba aplicar un fuego a la carga de cebo para producir el disparo.Esto se podía hacer de diversas maneras aunque lo más común debía ser aplicar una mecha aunque otros cañones disponían de mecanismos de disparo al estilo de las pistolas.

Una vez producido el disparo ¿los siguientes son iguales? Pues no del todo, pero eso lo veremos el próximo día.

domingo, 14 de octubre de 2012

Cómo matarnos unos a otros (armas de fuego a lo largo del tiempo)

En la entrada anterior y aprovechando la reconstrucción histórica de la toma de Tordesilla por parte de las tropas aliadas al mando de Wellington estuve explicando un poquillo (o al menos, intentándolo) el por qué las tropas de la época combatían de esa manera tan peculiar, en formaciones cerradas soltándose zurriagazos unos a otros en medio de nubes de humo. Para una mente de hoy en día la cosa chocaría bastante y con razón se podría pensar que con una ametralladora se podría barrer a un batallón entero de la época napoleónica, avanzando en formación. Pues curiosamente, en la IGM había gente que todavía pensaba con una mentalidad anterior ... tras bastante años de ametralladoras, cañones, fusiles de ánima estriada y demás. Millares de británicos en los campos de batalla de Francia dieron fe de que la idea no era la mejor de todas.

Lo cierto es que por variar me voy por lo cerros de Úbeda (provincia de Jaén) y la idea era ir hablando un poco de la evolución de la forma de matarse que ha tenido la humanidad a lo largo de los siglos. Concretamente  de la forma de disparar con armas ligeras.

A lo largo de los tiempos, la idea de perjudicar al prójimo no ha evolucionado gran cosa. Se mete en un tubo una sustancia propelente, delante se pone un proyectil, se la enciende de una manera u otra y se lanza el proyectil en dirección al contrario. La mezcla propelente, el proyectil, el arma, la forma de disparar ... han variado muchísimo, pero la idea básica, es la misma.

Las primeras armas de fuego han sido los cañones (es que miniaturizar las cosas cuesta, sobre todo al principio) Los primeros cañones eran armas que sustituían a catapultas y trabuquetes. Eran armas caras, tocas, con poco alcance, relativamente poca eficacia, peligrosas (casi tanto para los propios como para los ajenos) pero curiosamente. móviles (en comparación con una catapulta) y con una eficacia relativamente regular. La forma de disparar era relativamente sencilla: cargabas el arma, llenabas de pólvora un agujero que iba desde la parte superior a la recámara conocido como oído al que se le pegaba fuego ... dado que por aquel entonces las murallas solían moverse más bien poco (como ahora más o menos) si tardabas unos segundos en producir el disparo, pues no pasaba nada pero claro, cuando pasamos del cañón al mosquete o arcabuz y el blanco pasa a ser un infante con ganas de abrirte las tripas o un caballero a la carga la cosa cambia.

Las primeras armas portátiles trajeron consigo el problema de como dispararlas. Al principio se usaba algo similar a los cañones, una mecha usada a mano, pero la cosa era poco efectiva y se montó un mecanismo que arrimaba una mecha a una cazoleta con pólvora que por medio del oído llevaba el fuego a la carga principal. En esta excelente foto de la wikipedia se ve perfectamente.

Llave de mecha. Fuente: wikipedia

Es fácil imaginar que no es un método excesivamente fiable. No se puede mover uno mucho (se cae la pólvora de la cazoleta) no va muy bien con lluvia (eso siendo optimista) la mecha se apaga (por eso se solía encender por los dos extremos) Si conseguías pegar dos tiros por minuto se te consideraba un arma de tiro rápido .... no te digo ya la disponibilidad del arma si no tenías fuego cerca para encender la mecha. Lo curioso es el coste de tener un arcabuz permanentemente preparado para disparar. En el supuesto de que la mecha se queme a un metro por hora, significa que hacen falta 24 metros de mecha para un solo día, 168 metros para una semana y 720 metros para un mes o más de 8 kms para una año y todo ello, para un único mosquete o arcabuz. Como que parece que la cosa no era muy razonable, aunque supongo que un arcabucero experto podría encender la mecha en un tiempo razonable ... unos 30 segundos o así siempre que no lloviera claro.

Aquí puede verse el funcionamiento del chisme en cuestión.


Pues la gente anduvo discurriendo y pensó que si uso un pedernal para enceder el fuego en casa, pues a lo mejor, resulta que sirve para pegar tiros. Con un mecanismo harto complicado para la época alguien inventó la llave de rueda. La cosa era similar salvo que en lugar de pegarle candela al arma con una mecha, una rueda montada con un resorte que rascaba un pedernal que soltaba chispas. El arma podía estar montada por tiempo indefinido, no se apagaba, no se veía por las noches ... vamos todo eran ventajas salvo que era muy complicada de construir y cara. Precisaba una llave especial para armar la rueda que en caso de pérdida dejaba a su propietario en posesión de un garrote muy caro.

Vamos, que si digo que el chisme era complicado .. es que lo era. Fuente: wikipedia.
Veamos como se usaba ...



Dado que la construcción de la llave de rueda era compleja, con el tiempo se simplificó la cosa y se creó la llave de chispa (la que sale en la entrada anterior) Era mucho más simple, similar en fiabilidad e incluso, más automática (se descubre la cazoleta de manera automática al disparar) Es la llave típica de las guerras napoleónicas. Aquí el fusil puede permanecer cargado por bastante tiempo sin tener que llevar 30 metros de mecha.

El tiempo evoluciona y las armas, también. Aunque se experimentan diversas pólvoras, la pólvora negra sigue siendo la más utilizada pero hay un experimento que aunque no sirve como propelente, revolucionaría la industria armamentística: el fulminato de mercurio.Esta sustancia tiene varios problemas para sustituir a la pólvora: es inestable (detona con un golpe) su deflagración es demasiado rápida ... pero resulta que es ideal para extender la chispa a la pólvora negra. Acaba de aparecer la llave de percusión. Básicamente es la misma, pero en lugar de una cazoleta con pólvora solo tenemos un oído sobre el que se monta una cápsula de cobre con fulminato de mercurio. Esta está mejor aislada de la humedad que las llaves de chispa, la fiabilidad aumenta, es más simple, ... es el arma típica de la Guerra Civil Americana. No solo eso, sino que permite la construcción de armas con más de un disparo: el revolver. Éste en el fondo no es más que una serie de recámaras giratorias que se van enfrentando al cañón una tras otra. La diferencia era que podían disparar cinco o seis veces (luego lo explico) en el tiempo en que un arma normal de chispa disparaba una. Lo malo era que el tiempo para cargar las seis recámaras era seis veces el tiempo de cargar un solo disparo, pero claro, la cosa compensaba y si se llevaban varios tambores preparados el tiempo de recarga cambiando el tambor era similar al tiempo de carga de una pistola de chispa. Con las cápsulas no todo eran ventajas. Eran tremendamente sensibles a golpes y la caída de un arma podía provocar el disparo.

La cuestión es que ahora tenemos dos cosas tremendamente comunes: las cápsulas de fulminato de mercurio y los cartuchos de papel conteniendo pólvora y el proyectil con lo que solo era cuestión de tiempo de que a alguien se le ocurriera unirlas, aunque de una forma un poco peculiar al principio. Dado que hubo docenas de intentos, sólo voy a hablar de los más significativos.

La primera idea fue meter la cápsula de fulminante dentro del cartucho de papel. El fulminante iba pegado al proyectil y tras él, dentro del cartucho, la carga de proyección. Para disparar esto se ingenió un arma de retrocarga que se cerraba con un perno. A través de ese perno una larga aguja perforaba el cartucho e iniciaba la ignición. Se trata del fusil de aguja Dreyse. La cuestión es que hubiera pasado sin pena ni gloria de no ser porque es el padre de unos de los cierres más famosos de la historia: el cerrojo Mauser.

El Dreyse tenía una serie de problemas como la fragilidad de la aguja y el tema de la estanqueidad de los gases ya que una parte podía irse hacia atrás molestando (en el mejor de los casos al tirador) Total que a alguien se le ocurrió utilizar una cápsula metálica dónde meter el propelente ... había nacido el cartucho metálico. Claro que eso de poner el fulminante en el medio era todavía demasiado sencillo ... había que hacerlo más complicado. Por a un francés de nombre Casimiro y de apellido Lefaucheux se le ocurrió montar el fulminante dentro de la cápsula pero poner un percutor ... en un lado. La cosa era rara pero curiosamente funcionaba de vicio ... el tiempo de recarga en comparación con un Colt de avancarga era considerablemente menor aunque hay que reconocer que su aspecto era ligeramente ... curioso.
Revolver Lefaucheux. Fuente: wikipedia

Bueno, ya estamos en el cartucho metálico, ya tenemos fulminante, ya hemos tenido inventos raros ... ahora la cuestión es que alguien haga las cosas como se deben hacer y como llevan haciéndose en los últimos ciento y pico de años .... poniendo el fulminante en el culote del cartucho. Claro que todavía hay dos formas de hacerlos y pueden ser buenas, depende de para qué.

La primera es poner el fulminante distribuido en el reborde del culote de la vaina. A eso se le llama fuego anular y se usa en cartuchos de poca potencia como el calibre .22 corto o .22 LR. El problema de éstos es que precisan un reborde y eso no de lleva muy bien por lo general con cargadores de tipo militar a los que les gustan más las vainas cilíndricas o cónicas. No es que no se puedan hacer cargadores para cartuchos de fuego anular de hecho, es que se hacen, la cuestión es que cuantos menos problemas tengas en el campo de batalla, pues mejor que mejor y la forma de evitarlos es procurar evitar cualquier complicación posible.

Munición calibre .22. Fuente: wikipedia.

Si se mete el fulminante en el centro tenemos los cartuchos de fuego central que son los de toda la vida. Fulminante en una cápsula en el centro del cartucho, eliminamos rebordes innecesarios, se tiene disponibilidad, no se mojan ... si es que todo son ventajas a la hora de matar.

El cartucho metálico con fuego central es la forma normal de matarnos hoy en día, desde los tiempos de la Guerra Civil Americana hasta hoy en día, aunque no es la única ni la más efectiva.

Armaduras.

He de reconocer que últimamente no me estiro demasiado en el tema bloguero este. Tampoco voy a molestarme en hacer propósito de enmienda so...