domingo, 26 de septiembre de 2010

Un héroe legendario: Bernardo del Carpio



Una cosa curiosa de los españoles en general es el desconocimiento de nuestra propia historia y de los reinos y señoríos que alguna vez pertenecieron a lo que se ha dado a llamar Reyes de España, aunque en realidad eran reyes y reinas de distintos reinos (cristianos y musulmanes se atribuían el título de Rey de España)


La Edad Media en España está dominada por la Reconquista, pero no todo era guerrear contra el moro infiel. También se dedicaban a guerrear contra otros reinos cristianos, moros contra moros, moros y cristianos contra moros y cristianos .... vamos, lo mismo que hacían en Europa, pero con detalle de que aquí algunos de los monarcas tenían otra religión (todavía no habían llegado Lutero y Calvino para matarse por la verdadera fe ... de cada uno) Dentro de la historia de la Edad Media hay dos personajes de leyenda: El Cid Campeador y Bernardo del Carpio. Durante bastante tiempo se pensó que ambos eran personajes de leyenda aunque del Cid ya hay una certeza bastante alta de su existencia pero del otro parece ser que por el momento, su existencia está en duda.

La historia de Bernardo del Carpio, sea cierta o ficción, la siguiente:

En tiempos de Alfonso II el Casto, Rey de Asturias (s.VIII-IX) el Sancho Díaz, Conde de Saldaña entra en amoríos con Doña Jimena, hermana del Rey Alfonso. No parece estar muy claro si se casan o no, pero la cuestión es que de estos amoríos nace un hijo: Bernardo. El Rey se lo toma a mal, tanto que recluye a su hermana en un convento y al conde le recluye en el Castillo de Luna (hoy prácticamente desaparecido) y al parecer, según era costumbre en aquella época, le saca los ojos (los visigodos tenían la fea costumbre al llegar al trono de celebrarlo exorbitando a sus hermanos dado que los ciegos no podían aspirar al trono) En este castillo languidece Sancho Díaz durante largos años.

Hay dos (al menos) historias distintas de Bernardo: en una crece en la corte de su tío y en otra (muy fabulada), vive con un pastor llamado Ruy Velasco en el Norte de León, cerca del Esla (antiguo río Astura, el que da su nombre a Asturias) dónde un día conoce al Rey, al que salva de un jabalí en un lance de caza. En el primer caso, el Rey se irrita con Bernardo cuando éste le pide cuentas sobre la suerte de su padre, en el segundo, se va con unos caballeros y la bendición de su tío, que desconoce quien es en realidad (curiosamente, le da el mando de unas tropas) Sea de una forma un otra, Bernardo llega al Carpio, bien por orden del Rey o bien venciendo en duelo al moro Abindarráez, su alcaide. Al final, bien en buena lid o por un golpe de mano contra Alfonso, Bernardo se queda con el castillo, como dice el romance:



Cuatrocientos sois los mios

Los que comedes mi pan

Los ciento al Carpio irán

Para el Carpio guardar.



Los ciento por los caminos

Que á nadie dejen pasar

Docientos iréis conmigo

Para con el rey hablar


"Y si malo me aviniere,

Lo peor, será tornar"

Por sus jornadas contadas

Á la corte fue á llegar.



Bernardo

"Dios os mantenga, buen rey,

Y á cuantos con vos están!"

El Rey

"Mas vengades vos, Bernaldo,

Traidor, hijo de mal padre!

Díte yo el Carpio en tenencia,

Tú tómaslo de heredad.



Bernardo

Engañáisvos vos, el rey!

Y non decides verdad

Que si yo fuese traidor

A vos os cabia en parte.

Acordárseos debia

De aquella del Encinal

Cuando gentes extrangeras

Allí os trataron tan mal,

Que os mataron el caballo

Y aun á vos querían matar

Bernaldo como traidor

Dentre ellos vos fue á sacar

Allí me dísteis el Carpio

De juro y de heredad

Prometísteme á mi padre

Non me guardaste verdad

El Rey


Prendedlo, mis caballeros!

Que igualado me ha

Bernardo

Aquí, aquí, los mis doscientos

Los que comedes mi pan;


Que hoy era venido el día

Que honra habemos de ganar

El rey, desque aquesto viera,

Desta suerte fue á hablar:


El Rey

¿qué ha sido aquesto, Bernaldo,

Que así enojado te has?

¿Lo que hombre dice de burla,

de veras vas á tomar?


Yo te dó el Carpio, Bernaldo,

De juro y de Heredad

Bernardo

Questas burlas, el rey!

No son burlas de burlar

Lamásteme de traidor,

Traidor, hijo de mal padre;

el Carpio yo no lo quiero

Bien lo podeis vos guardar

Que cuando yo lo quisiere,

Muy bien lo sabré ganar


Reino de Asturias, Emirato de Córdoba, Imperio Carolingio. Fuente: Wikipedia


De aquí puede verse que Bernardo no se acaba de llevar muy bien con su tío, con lo que se dedican a hacer la guerra cada uno por su lado (no entre ellos) Tengamos en cuenta que estamos en la Edad Media y la autoridad de un Rey sobre sus nobles depende más bien de la fuerza de su ejército y bastantes líos tenía ya Alfonso como para buscarse más. Bernardo, al igual que el Cid parece que también pasa algún tiempo en tierra de moros, donde gana fama y amistades ya que musulmanes y cristianos eran vecinos y claro, no va ser todo guerrear. También había torneos, negocios, matrimonios, etc.

Con el tiempo el Rey, que no tenía descendencia ni posiblemente esposa (de ahí viene el sobrenombre de El Casto) parece ser que ofrece el trono a Carlomagno (hay constancia de al menos tres embajadas a la corte de Aquisgran) que acude a España extendiendo su imperio hacia el sur de los Pirineos (de esa época viene la Marca Hispánica)

Total, que a tenor de los romances, los españoles de la época no se toman demasiado bien la invasión de los francos y cómo no, el héroe Bernardo acude a la batalla contra el invasor:

Con los mejores de Asturias
Sale de León Bernardo
Puestos á punto de guerra
Á impedir a Francia el paso;

que viene á usuarpar el reino
Á instancia de Alfonso el Casto
Como sino hubiera en çél
Quien mejor pueda heredallo

Y á dos leguas de León
Se paró en medio de un llano
Y levantando la voz
Volvió desta suerte á hablarlos:

¡Escuchadme, Leoneses!
Los que os preciais de hijosdalgo,
Y de ninguno se espera
hacer hecho de villano.

Á defender a vuestro rey
vais como buenos vasallos
Vustra tierra y vuestras vidas
Y las de vuestros hermanos.

No consintais que extrangeros
Hoy vengan á sugetaros,
Y mañana vuestros hijos
Tengan de Francia un pedazo;

Y vuestras armas antigüas,
El rico blasón trocando,
Sembradas de flordelises
En lugar de leones bravos;

Y el reino que ha tiempo
vuestros abuelos ganaron,
Por solo el temor de un día
Vengan á mandallo extraños.

Y aquel que con tres Franceses
No combatiere en el campo
quédese, y seamos menos,
Aunque habemos de igualallos.

que yo y los que siguieren
Uno seremos á cuátro,
Y cuando mas nos cupieren,
Para toda Francia vamos.

Esto acabado arremete
Con la fueria del caballo
Diciendo ¡siganme todos
Los que fueren hijosdalgo! 

Antes he comentado que a los españoles no les gustaba la invasión francesa, pero es que había más gentes que se consideraban españoles, aparte de los cristianos, como bien cuenta el romance sobre la llegada de Bernardo a Zaragoza, en poder de los musulmanes y que había sido asediada por las tropas de Carlomagno:

Marcha á la ciudad augusta
Cuyos muros baña ufano
El caudal famoso de Ebro
Del mundo tan celebrado,

Do el hijo del Zebedeo,
Fundó el edificio raro,
Que ciñe el santo Pilar
Estribo de nuestro amparo.

Allí Bravonel le aguarda
Con el sarraceno bando
Que al rei Marsilo obecece
Contra el Frances declarado

¡Sorpresa! ¡moros y cristianos aliados contra el pérfido gabacho! si es que no nada que moleste más a un español que venga uno de fuera a meterse en las rencillas patrias. Las tropas españolas (cristianos y musulmanes) acaudilladas por Bernardo atacan a la retaguardia de los francos, comandada nada más y nada menos que por Roldán y los doce pares de Francia que encuentran la muerte a manos de los españoles. Es el propio Bernardo el que quita la vida a Roldán. Tomando de manos de Roldán su legendaria espada, considera que él mismo no es digno de portarla por lo que decide romperla contra una roca, no obstante, es tal la calidad del arma, que la roca se parte en dos. Por ello, Bernardo decide embestir de punta contra otra roca, dónde queda la espada envainada o clavada .... ¿dónde he oído yo esto antes ...?

Tras la batalla, Bernardo regresa y consigue la libertad de su padre, que de la emoción muere en sus brazos en el castillo de Luna.

Hay un poema épico que narra estos hechos escrito por Bernardo de Balbuena, El Bernardo del Carpio o Victoria de Roncesvalles que fue inspiración a otros escritores de la talla de Cervantes o Lope de Vega. El propio príncipe Carlos, antes de ser emperador ni rey ni nada, al pasar por Aguilar de Campoo visita la tumba del presunto héroe y se lleva su espada de recuerdo, dicha espada que está en el Palacio Real, en Madrid, en la Real Armería, armario C, nº 1698. 

Espada Bernardo de Carpio. Fuente: Contraportada de Bernardo del Carpio y la Batalla de Roncesvalles.


Los estudiosos opinan que este personaje es fruto de la imaginación popular y que luego fue plasmado en la obra de Valbuena en forma culta, en contraposición al cantar de Roldán. No obstante hay que tener en cuenta que el Cid también se consideraba una figura mítica y se ha demostrado que tiene un trasfondo histórico (no es como se cuenta en el Cantar de Mio Cid, pero algo hay) Vicente José González García es uno de los defensores de la existencia del paladín y a tenor de lo que escribe en su libro Bernardo del Carpio y la Batalla de Roncesvalles (ISBN 978-84-934321-2-0) algo puede haber detrás. Eso el tiempo lo dirá pero que sepas hay gente que se toma en serio esta figura histórica o no (prometo analizarlo dentro de algún tiempo)

Mientras, si quieres conocer los romances de Bernardo y una historia un tanto fantasiosa, puede acudir a estos dos libros (gracias a Google Books):


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