jueves, 3 de septiembre de 2015

Algunos detalles sobre Waterloo (IV)

Por fin llegamos casi al final de esta entrada que iba a ser una y de momento va por la cuarta entrega. La idea era contar una serie de cosas que no son las habituales sobre Waterloo y que sirvan para tener que contar en un bar con el cuñao enterao y de paso cerrarle un poco la boca. Con esto cierro la serie dedicada a las diversas armas y cuerpos existentes en la época.

Artillería

Como el hábil lector ya se habrá percatado los ejércitos de la época se dividían en tres armas principalmente: infantería, caballería y artillería. Hay otros cuerpos menores como los ingenieros (de suma importancia en batallas como la del Beresina) y auxiliares como herreros, cocineros, médicos, personal civil que transporta material, .... Vamos, que la cosa era tan compleja como hoy en día, pero con los medios de la época. Que nadie se piense que todo el ejército eran aguerridos soldados que se enfrentaban al enemigo a pecho descubierto.
Noooo, otro rollo de estos nooooo.
Fuente: propia


Este cuerpo es la parte más pesada y poderosa del ejército, el mayor poder de destrucción y la revolución de los campos de batalla. La artillería supuso el fin de los castillos y fortalezas como se conocían hasta entonces que tuvieron que ser modificados. Se puede buscar en este mismo blog las entradas sobre los castillo de Coca y de la Mota para ver cómo los castillos tuvieron que ser modificados ante la llegada de la artillería. También son los cañones un trofeo de guerra muy apreciado, no sólo por la posibilidad de ser empleados de nuevo sino también porque se ha llegado al núcleo del ejército enemigo y se le ha arrebatado su más avanzada tecnología. La toma de cañones y banderas al enemigo era lo máximo que se podía hacer en una batalla (esto habitualmente implicaba el haber dejado al prójimo en un estado entre penoso y lamentable ya que un batallón de granaderos en buen estado, con sus mosquetes y mostachos operativos no se suele tomar a bien que le arrebaten la bandera)

No hay que ver la artillería desde una perspectiva moderna en la que un cañón se puede cepillar un edificio a varios kilómetros de distancia sin despeinarse o una pieza normalita puede tener media docena de obuses en el aire antes de que el primero haya hecho impacto. Estamos hablando de piezas que podían hacer con suerte un par de disparos por minuto y con una munición mucho más limitada que la actual.

Lo habitual en la época era tener dos tipos de piezas: cañones y obuses. Hoy en día un cañón puede hacer ambas tareas según se eleve el tubo, pero antiguamente, el cañón hacía más o menos un tiro directo y el obús un tiro parabólico. El primero puede batir objetivos a la vista y el segundo objetivos protegidos. Dado que operar un obús era harto más complicado que un cañón, por lo general, las batería tenían muchos más cañones que obuses. El calibre del cañón se medía en libras (del proyectil que disparaba) y el del obús en pulgadas (de diámetro de boca)
Cañón naval en Ribadesella. Aparte de NO estar en Waterloo (lleva una
cureña naval) debe ser un 24 libras. Fuente: propia.
Napoleón era un artillero y heredó un excelente sistema de artillería diseñado por Gribeauval que había unificado calibres y materiales, reduciendo el número de los mismos y permitiendo la optimización de la producción de material y municiones. No es lo mismo suministrar munición en tres calibres distintos que hacerlo en diez, por ejemplo.

Cualquiera aficionado a los barcos verá que estos estaban equipados con cañones de 12, 24 y hasta 36 libras. Pues eso en tierra, hasta mucho tiempo después fue prácticamente imposible debido al peso de los mismos. Gribeauval estandarizó los calibres de tierra en 4, 8 y 12 libras. También existía el calibre de 6 libras para artillería a caballo. Los cañones de 12 libras eran demasiado pesados para todas las ocasiones y Blücher tuvo que dejarlos de lado en Waterloo para poder llegar a socorrer a Wellington. También hay que decir que los de 6 libras se consideran escasos, siendo sustituidos por los de 6.

Los cañones necesitan gente para servirlos y no valen dos o tres  como se ve en las películas. Entre pitos y flautas, un cañón se maneja con unas diez o doce personas con lo que los 250 cañones de Napoleón en Waterloo podían estar servidor por 2.500 hombres, seguramente más.

En las películas siempre se suele ver a estos chismes lanzando unas bolas de hierro macizas ... es cierto, pero había más. Las municiones típicas eran:
  • Bola de hierro. Contra la infantería se podía disparar directamente, pero lo que se buscaba era un rebote (sí, como en la peli de Mel Gibson "El Patriota") antes de la formación enemiga porque así se llevaba a varios soldados por delante. También se podía usar para batir fortificaciones. El alcance útil andaba por los 800-1.000 metros según calibres. Esto implicaba que ambos ejércitos debían formar prácticamente uno a la vista del otro a algo menos de 1 kms de distancia. En Waterloo el suelo embarrado mermó mucho la eficacia.
    Proyectiles de piedra suecas, muy anteriores. Es que no tengo
    fotos de las bolas de hierro. Fuente: propia
  • Bote de metralla. Se trata de botes de hojalata rellenos de bolas de plomo o balas de mosquete. Aunque lo he leído, lo único que he visto en fotos eran "bolsas de uvas" que era lo mismo, pero con bolas más gordas. Esto era letal contra cualquier cosa viva, sea soldado, caballo o un vaca que se pusiera enmedio a unos 400 metros. Tengamos en cuenta que una fila de soldados avanzando tiene que mantener la formación con los que estaría dentro del alcance de estos proyectiles durante unos cinco minutos antes de llegar a distancia de tiro de mosquete con lo que había que tener bien puestos ... los bigotes para ser soldado de infantería. En esos cinco minutos los cañones podían disparar unas 10 veces cada uno ....  Además, para meter más miedo no disparaban a la vez, sino escalonados con lo que el martilleo era continuo cada pocos segundos.
  • Granadas. Esto era más bien para los obuses y eran carcasas metálicas huecas rellenas de pólvora y balas de mosquete. Dependiendo del tamaño se la mecha podían explotar en el aire haciendo una escabechina bajo ellos, pero para ello el artillero tenía que ser muy preciso a la hora de cortar la mecha. Hay testimonios de granadas que caen en el barro y la mecha se apaga o alguien se acerca y la quita antes de que explote con lo que no eran tan efectivas como se deseaba. En UK se les conoce por el nombre del inventor: Shrapnel. Tampoco tenían un alcance excesivo, unos 1.000 metros con suerte.
  • Doble munición. Se podía (y de hecho, se hacía) cargar doble munición como por ejemplo una bala y después. un bote de metralla. El alcance era menor pero el efecto ... devastador. Los cuadros de Wellington lo saben bien.
  • Otras municiones. Esto es más bien para barcos que podían disparar balas encadenadas o palanquetas (una especie de barra metálica rematado por dos pesos) con el fin de desarbolar a los barcos contrarios. Lo pongo porque como no tengo fotos del resto y si de las palanqueta ...
    Palanquetas navales suecas. Esto NO se usaba en Waterloo.
    Fuente: propia
Hay una película de 1970 llamada Waterloo donde se ven las explosiones de los proyectiles de la artillería al impactar. Eso no es correcto, sería a partir de la IGM o similar. En este caso los cañones harían una labor similar a la de las ametralladoras hoy en día. Se ocuparían de hostigar a las tropas enemigas con una potencia de fuego muy superior a la de los mosquetes, máxime si los juntas en una Gran Batería como hacía Napoleón.

¿y que se podía hacer ante los cañones? Pues varias cosas: fuego de contrabatería, aunque no con la potencia y precisión de los cañones moderno, lanzar a la caballería o a la infantería que cuando llegaban a la línea de cañones no dudaban en agradecer a los artilleros la deferencia que les dieron mientras llegaban (los cañones también tenían tropas para defenderlos, no todo el monte es orégano)

Como podemos imaginar cargarse un cañón de hierro o bronce de 900 kilos de peso con un mosquete y una bayoneta no es sencillo. Los armones y cureñas eran fácilmente sustituibles entonces, si llegabas a los cañones enemigos y no te los puedes llevar ¿se los vuelves a dejar para que te alegren la retirada con sus botes de metralla? No, hay una solución sencilla; clavar los cañones. Esto consisten en hundir un clavo de hierro a martillazos en el oído del cañón que es el orificio que llega hasta la recámara y sirve para encender la carga de proyección. Una vez cegado el cañón se convierte en un simple pisapapeles un tanto aparatoso. Tengamos en cuenta que el cañón era la pieza cumbre de la tecnología armamentística de la época, un chisme caro y complicado de hacer con lo que el ejército que era clavado tenía que volver a llevarlos a la fábrica para repararlo. Vamos, que un simple y barato clavo podía dejar fuera de combate un arma muy valiosa.

Para finalizar, un detalle curioso: en Waterloo hubo unidad de lanzacohetes en el ejército de Wellington. Éste opinaba de sólo servían (con suerte) para espantas a los caballos ... y así fue. No hicieron nada, pero en Waterloo hubo artillería de cohete.
Desde luego no hay nada como estos rollos para que te entren
ganas de echar un sueñecito .... fuente: propia.
Prometo que el siguiente es el último.

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Armaduras.

He de reconocer que últimamente no me estiro demasiado en el tema bloguero este. Tampoco voy a molestarme en hacer propósito de enmienda so...