Hoy, comprando el pan, al lado había una pila de periódicos, entre ellos, el afamado diario de humor, La Gaceta, del Grupo Intereconomía. Este grupo de comunicación, famoso por ser seguido por muchos apolíticos rayanos en el fascismo, ha conseguido sorprenderme hoy en un rizo tal que da una noticia diciendo algo completamente distinto.
La noticia en cuestión es la siguiente: Las tarjetas con que activaron las bombas del 11-M se siguen vendiendo sin control.
Cualquier apolítico de extremo centro que tanto vemos por ahí seguro que se echaría las manos a la cabeza y con razón. Como no suelen leer más que los titulares, es lo normal. Si miramos dentro del artículo lo que vemos es que a pesar de la obligación de identificar a los dueños de tarjetas prepago, estas se siguen vendiendo sin identificación en algunos locutorios. Los periodistas de Interconomía se van al muy musulmán barrio de Lavapiés pero claro, no han probado en otro sitios (o al menos no lo han dicho)
Lo que ocurre es mucho más mundano. Como casi siempre ocurre en todas partes, es relativamente fácil saltarse leyes que afectan a tantos usuarios (en España pasan de 50 millones las líneas móviles entre prepagos y pospagos) con lo que no debería ser complicado encontrar números con identificativos falsos o reales, abandonados por sus usuarios y tampoco es tan complicado dar unos datos falsos (el algoritmo para asignar la letra al DNI es público) De hecho,si es demasiado complicado encontrar facturas falsas para desgravar el IVA (cada poco salen noticias al respecto) aunque Hacienda vigila más que Vodafone o Telefónica no se me hace imposible encontrar una tarjeta relativamente libre. Me hace especial gracia esta frase: ¿Y luego no me llamarán y me dirán que si no me registro me cortan el teléfono? Cómo si el del locutorio pudiera ordenar a Vodafone o a Movistar que llamen o no al abonado al comprobar los datos.
La cuestión es que este presunto diario de humor intenta tergiversar una noticia cierta (se pueden comprar tarjetas prepago sin identificarse) y convertirla en una alarma social. Y seguro que muchos se la creen (a lo mejor se piensan que con una tarjeta normal y controlada no se puede activar una bomba) Vamos, que piensan que la gente es idiota.
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